Se conocieron en Madrid en 2009, tenían amigos en común y... pareja. Tiempo más tarde quedarían en una playa y a partir de ahí todo sería historia, una historia a caballo entre Madrid y Chicago. Natalia y Roberto organizaron toda su boda desde la distancia, a videoconferencias entre ellos junto a proveedores y amigos, después de todo ese esfuerzo, querían que su día fuese "tranquilo", un día en el que conectar con sus amigos y familia, aunque... reconozcámoslo, a los dos les va la marcha. Con la premisa de la tranquilidad habían elegido la finca familiar en el Valle de Peón, en Peón, Villaviciosa, Asturias, finca y entorno que ya conocíamos gracias una boda anterior de la familia de Roberto, un paisaje verde y calmado que vería transformado su día habitual con una gran celebración.
Comenzamos a la mañana con los preparativos de Natalia en el Hotel Artiem, a pocos kilómetros de Peón. Vestida de Isabel Couture, con ramo y tocado de Camomile Bouquet brillaba por sí misma mientras su mamá la ayudaba con los últimos detalles y su papá con el calzado (de Ernesto Terrón). En el pueblo un perro pastor nos saludaba a nuestra llegada, Roberto algo nervioso se preparaba junto a sus padres y su hermano enfundándose en el traje de Soy Sagaz. El enclave de la ceremonia fue la Iglesia de Santiago de Peón, el autobús llegó pronto, dos vacas en el prado contiguo darían la bienvenida a los invitados desde la distancia. La wedding planner Petit Grinza ya había preparado y prevenido a todos, entradas a la iglesia, palabras de bienvenida del cura, homilía, risas, lágrimas, anillos, y por supuesto como debe ser en toda ceremonia, beso de película (no entendemos por qué hay algunas ceremonias sin beso, estamos en contra, totalmente). A la salida de la iglesia, una lluvia de pétalos recibiría a la pareja entre vítores y gritos de júbilo. Nosotros nos adelantaríamos junto a ellos hasta la finca familiar para la sesión de pareja.
La decoración del espacio y el acondicionamiento de la finca sería obra de ellos principalmente, a excepción de la carpa de Global Rent y los baños de Sanibrun. Todo estaba precioso, desde la entrada adornada, el escanciador de sidra preparado para servir culines, la decoración con las iniciales de la pareja, carteles indicativos, la zona del banquete, la zona del cóctel... un espectáculo. Los invitados fueron llegando siendo recibidos por Natalia y Roberto con sidra y fotos de grupo. El cóctel y la música empezarían de la mano de Astur Cockteleros y DJ Saimons. Para la entrada al banquete tendríamos algo muy muy especial con Swedish House Mafia y es que la pareja es una gran festivalera. No habría que pedir mucho movimiento para la fiesta ya que todo el mundo estaba arriba y listo para soltar sus caderas toda la noche. Una boda en finca privada espectacular.