Fujifilm X100V, para amantes de la fotografía
Este post puede parecer un publirreportaje, aunque en ese caso llega cinco años tarde, también puede parecer de relleno entre tanta boda, pero realmente es parte del combustible que alimenta todo esto. Hoy os hablo de la cámara que me hizo enamorarme del todo con la fotografía.
Mis primeras tomas de contacto con las imágenes fijas fueron en el pueblo con mis padres y pequeñas cámaras desechables, con el tiempo y un creciente interés encontré por sorpresa en casa una cuidada Olympus O-M10 que a día de hoy decora la base del televisor de mi casa en la que os muestro vuestras bodas. Carrete tras carrete y con curso de revelado incluido, ver aparecer las imágenes en el papel bajo la luz roja es una experiencia mágica que todo profesional o aficionado a la fotografía debería experimentar al menos una vez en su vida.
Con el tiempo la película analógica se fue volviendo más y más cara, y mi acercamiento al mundo de las bodas me supuso comprar equipos digitales como la Sony A7SII, mi primera cámara de trabajo, sin embargo, eso era, una cámara profesional, una herramienta, no un medio creativo o una forma de expresión con la que me identificara.
Aunque la cámara no hace a el fotógrafo, sí es importante el qué te transmite o qué acercamiento te permite con tu sujeto, ahí es donde entró en juego la Fujifilm X100V.
Mi Fuji X100V en su primera expedición, una ventisca de nieve en la montaña. No fue buena idea meterla en el coche con la calefacción al máximo, se formó condensación en su interior, sin embargo, sobrevivió.
Toma de contacto con la Fujifilm X100V
La broma fue cara para 2020 teniendo en cuenta que era una cámara con una focal fija (no intercambiable) que equivalía a un 35mm, no era mi distancia favorita, no tenía sensor estabilizado ni en vídeo ni en foto y costaba casi 1500€. Sin embargo estaba ante una de las familias de cámaras más queridas desde su lanzamiento. La Fujifilm X100V como sus predecesoras (y sucesoras) te brinda una experiencia híbrida entre lo analógico y lo digital con sus diales estilo retro, su visor óptico o con pantalla interna que se superpone y su 35mm con el que te acercas o te alejas, no hay más. Pequeña y discreta pero profesional con el mejor sensor de la marca japonesa hasta el momento, con una resolución más que suficiente para ampliaciones incluso de gran tamaño.
Esta cámara no solo era peculiar por lo anterior, sino por otro par de características muy especiales, y es que cuenta con un filtro ND (como unas gafas de sol) integrado en el objetivo, además su obturador también dentro de la lente permite sincronizar un flash (sobra decir que integra uno más que capaz) a cualquier velocidad, algo reservado al medio formato. Pero por encima de todo ello estaría el sistema de simulación de película y sus "recetas" con las que obtener imágenes directas de cámara sin ninguna edición posterior como las que acompañan a todo este post.
La Fujifilm X100V en la vida diaria y viajes
Nunca me gustó cargar conmigo cámaras y objetivos enormes como nuestros cuerpos principales de boda (A7IV y A7SIII actualmente), por el riesgo que ello supone y por el peso, además, a veces no quieres sentir la necesidad de editar cada momento de tu vida, simplemente quieres un recuerdo espontaneo y bonito.
Pronto la Fuji comenzó a acompañarme en mi día a día, en viajes, aventuras con mi pareja Alba o con mis amigos. Podías llevarla al cuello bajo un chaparrón, su sellado hacía que diese completamente igual, ¿dispararla en la nieve?, su filtro ND te permite hacer fotos incluso a f.2.0 aprovechando el desenfoque a pleno sol. En los viajes por grandes ciudades como NY, París o Londres a veces lo mejor es pasar desapercibido, un cuerpo pequeño completamente negro como el de esta cámara esquiva las miradas, además cabe cómodamente bajo un abrigo o en una riñonera, creo que algo más grande es para sadomasoquistas o aficionados al avistamiento de pájaros.
Fujifilm X100V en el trabajo
¿Y entonces qué separa a esta cámara de ser la cámara ideal para bodas u otros trabajos? Pues... Realmente los límites que tú te pongas y tu "work method", su flujo de trabajo no te permitirá ráfagas astronómicas, pero sí concentrarte en encuadrar, en volver a componer y en la originalidad por encima del número de fotos, algo que por desgracia a veces siento que pasa a un segundo plano con los equipos más avanzados como veo en muchos profesionales. Además emplear las simulaciones de película exponiendo bien (+ RAW por si acaso) elimina la necesidad de editar a posteriori, por lo que... bienvenido sea el "same day edit" o el contenido para redes. 
Con la Fujifilm X100V he disparado a Franz Ferdinand para GQ, he creado contenido para cafeterías de especialidad y sobretodo he recogido de forma muy íntima a numerosas parejas en la playa, la montaña y en la ciudad (incluso en NY). Todo esto junto con el fanatismo por esta cámara y la satisfacción que produce su uso me ha hecho empezar a llevarla como cuerpo adicional a nuestras bodas buscando un extra o una cobertura más editorial, más creativa, más analógica.
¿Y cuando a vosotros queréis una cámara para vuestros viajes y recuerdos en pareja? Pues sencillamente, si os entra en el presupuesto tanto la versión "V" como su sucesora "VI", es perfecta ya que puedes usarla como una cámara "pont and shoot" con sus opciones automáticas o completamente en manual como en nuestro caso, el resto de motivos y atractivos creo que ya os los he contado. Habitualmente os recomiendo si viajáis de luna de miel a Japón que aprovechéis a daros una vuelta por tiendas de segunda mano, ya que además de encontrarlas inmaculadas les restaréis unos cuantos cientos de euros.

Yo con la Fujifilm X100V y una rígida e incómoda correa de cuero, ¿pero a que queda bonita?

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